A través de ti

De un corazón a otro, el aliento del Amor. Un destello del Hilo Divino. Del polvo, arrebata el Alma Y embriágate con la altura celestial. Korotinski Cándido, mi padre. No hay principio. No hay fin. Sólo este susurro, este aliento antiguo que se cuenta a sí mismo en cada forma viva. Una casa respira, y dentro de ella una risa, un refrán, una chispa que vuelve sin haber partido nunca. No hace falta llamarlo. Basta quedarse quieto cuando algo brilla sin razón. Él sabía cosas sin decirlas. Sabía que el fuego también se ríe. Que el alma viaja ligera cuando no se aferra al papel, ni al título, ni al tiempo. Dejó una frase para su hijo: “No te hagas viejo en la escuela.” Y la semilla cayó en tierra fértil, donde maduró sin apuro hasta abrirse en forma de vida. Y aunque sus ojos ya no lo vieron, su silencio sí. Cada refrán, cada chiste que brota como por accidente, es un relámpago de lo eterno: “A fuerza de días y días, una anciana roe un clavo con la encía.” Y r...