A través de ti
De un corazón a otro, el aliento del Amor.
Un destello del Hilo Divino.
Del polvo, arrebata el Alma
Y embriágate con la altura celestial.
Korotinski
![]() |
Cándido, mi padre. |
No hay principio.
No hay fin.
Sólo este susurro,
este aliento antiguo
que se cuenta a sí mismo
en cada forma viva.
Una casa respira,
y dentro de ella
una risa,
un refrán,
una chispa que vuelve
sin haber partido nunca.
No hace falta llamarlo.
Basta quedarse quieto
cuando algo brilla sin razón.
Él sabía cosas sin decirlas.
Sabía que el fuego también se ríe.
Que el alma viaja ligera
cuando no se aferra al papel,
ni al título,
ni al tiempo.
Dejó una frase para su hijo:
“No te hagas viejo en la escuela.”
Y la semilla cayó
en tierra fértil,
donde maduró sin apuro
hasta abrirse en forma de vida.
Y aunque sus ojos ya no lo vieron,
su silencio sí.
Cada refrán,
cada chiste que brota como por accidente,
es un relámpago de lo eterno:
“A fuerza de días y días,
una anciana roe un clavo con la encía.”
Y reímos.
Porque algo sagrado se ha encendido
en medio de lo simple.
“Yo he sido cocinero antes que fraile.”
Y algo en el pecho asiente,
como si en esa broma estuviera
una sabiduría antigua
que no se explica.
La madre —farol sin descanso—
sigue encendiendo la ternura.
Las hijas —dos constelaciones—
guardan la memoria en el gesto,
en la risa,
en la mirada que abraza sin palabras.
Y el hijo,
el que abrió el camino,
el que cargó las herramientas del padre
sin saberlo,
ha trazado puentes invisibles
entre lo que fue y lo que sigue siendo.
Aquí no hay nostalgia.
Hay raíz.
Aquí no hay historia.
Hay latido.
Él no se ha ido.
Se ha vuelto río.
Se ha vuelto chispa.
Se ha vuelto ese instante
en que el silencio se llena de sentido
y nadie sabe por qué.
Nada se busca.
Nada se fuerza.
Todo llega como llega la flor:
cuando el tiempo y el alma
se reconocen.
Y tú,
que recuerdas,
eres también recordado.
No por otro.
Por la propia vida
que se mira a sí misma
a través de tus ojos.
No hay mensaje.
Hay frecuencia.
No hay voz.
Hay presencia.
Todo lo demás es humo.
Todo lo demás es forma.
Sólo esto queda:
la vida contándose
una y otra vez
a través de ti.
Comentarios
Publicar un comentario